martes, 2 de junio de 2015

Pobreza a los diez años

Toda mi angustia tuvo la forma de un zapato.

de un zapatito roto, opaco, desclavado.

El patio de la escuela... Apenas tercer grado...

Qué largo fue el recreo, el más largo el año.

Yo sentía vergüenza de mostrar mi pobreza.

Hubiera preferido tener rotas las piernas

y entero mi calzado. Y allí contra una puerta

recostada, mirando, me invadía el cansancio

de ver cómo corrían los otros por el patio.

Zapatos con cordones, zapatos con tirillas,

todos zapatos sanos. Me sentía en pecado,

vencida y diminuta, mi corazón sangrando...

Si supieran los hombres cuánto a los diez años

puede sufrir un niño por no tener zapatos...

Qué anticipo de angustia. Todavía perdura

doliéndome el pasado. El patio de la escuela

y aquel recreo largo...

Mi piececito trémulo, miedoso, acurrucado.

Mi infancia entristecida, mi mundo derrumbado.

Un pájaro sin alas, tendido al pie de un árbol.

La pobreza no tiene perdón a los diez años.

Matilde Alba Swan

 

VIVIR COMPLETAMENTE



Si usted supiera que está a punto de morir,  ¿qué haría? ¿Puede vivir una hora completamente -vivir un día, una hora- como si fuera a morir en la hora siguiente? Entonces, al estar viviendo plenamente en esta hora, hay una vitalidad enorme, una tremenda atención a todas las cosas.
165204847 300x187 Vivir completamente
Uno mira surgir la vida, la lágrima, percibe la tierra, la cualidad del árbol. Percibe el amor que no tiene continuidad, ni propósito. Entonces, en esta atención, descubre que el “yo” está ausente. Es solo así que la mente, al estar vacía, puede renovarse a sí misma.

J-K