miércoles, 13 de agosto de 2014

Sólo aquello que muere puede renovarse

Cuando hablamos de una entidad espiritual, entendemos con ello algo que no está dentro del campo de la mente, es obvio. Ahora bien, el «Yo», ¿es una entidad espiritual? Si es una entidad espiritual, debe estar más allá de todo el tiempo; por lo tanto, no puede renacer ni continuar. El pensamiento no puede pensar en ella, porque el pensamiento está dentro de la medida del tiempo, el pensamiento proviene del ayer, es un movimiento continuo, la respuesta del pasado; así pues, el pensamiento es, en esencia, un producto del tiempo. Si el pensamiento puede pensar acerca del «yo», éste forma parte del tiempo; en consecuencia, el «yo» no está libre del tiempo y, por ende, no es espiritual, lo cual resulta evidente. De modo que el «Yo» es tan sólo un proceso del pensamiento; y usted quiere saber si ese proceso del pensamiento, continuando aparte del cuerpo físico, nace nuevamente, se reencarna en una forma física. Ahora avancemos un poco más. Aquello que continúa, ¿puede, en modo alguno, descubrir lo real, lo que está más allá del tiempo y la medida? Ese «Yo», esa entidad que es un proceso del pensamiento, ¿puede alguna vez ser nuevo? Si no puede, entonces tiene que haber una terminación para el pensamiento. ¿Acaso no es inherentemente destructiva toda cosa que continúa? Aquello que tiene continuidad jamás puede renovarse. En tanto el pensamiento continúe a través de la memoria, del deseo, de la experiencia, jamás podrá renovarse; por consiguiente, lo que es continuo no puede conocer lo real. Puede usted renacer mil veces, pero jamás podrá conocer la real, porque sólo aquello que muere, que llega a su fin, puede renovarse.


 Obras Completas de J. Krishnamurti - Vol. VI