Todas
las
cosas
vivientes
tienden
naturalmente
hacia
la
conservación
de
la
vida.
En
los
seres
humanos
esta
tendencia
puede
considerarse
como
el
instinto
de
conservar
la
vida
y
se
puede
decir
que
a
partir
de
ese
instinto
se
deriva
todo
lo
que
llamamos
el
deseo
humano.
Los
dos
deseos
más
fuertes
son
el
deseo
de
comer
y
el
deseo
sexual.
Ambos
son
el
resultado
del
instinto
de
conservación.
Al
enfermarnos
perdemos
temporalmente
nuestro
apetito,
e
incluso
a
veces
no
deseamos
comer,
pero
el
impulso
de
vivir
no
desaparece.
En
realidad
de
acuerdo
con
el
instinto
de
conservación,
el
deseo
de
comer
es
controlado
por
la
condición
del
organismo.
El
deseo
sexual
es
fuerte
cuando
uno
es
joven
y
se
tiene
mucha
energía.
Queremos
trasmitir
nuestro
instinto
de
conservación
a
la
generación
siguiente
a
fin
de
perpetuar
la
vida.
Naturalmente,
el
deseo
sexual
desaparece
cuando
enfermamos
de
gravedad
y
disminuye
cuando
envejecemos,
pero
el
instinto
de
conservar
la
vida
siempre
permanece.
En
ocasiones,
el
apego
se
debilita,
pero
el
deseo
de
vivir
todo
el
tiempo
posible
sigue
igual
durante
toda
la
vida.
Puede
suceder
que
un
anciano
diga
a
un
joven:
"Ya
soy
muy
viejo,
no
me
importa
morir.''
Eso
es
tan
solo
un
gesto
y
no
su
verdadero
sentimiento.
Si
tú
haces
eco
a
sus
palabras
y
le
dices:
"Adelante,
muérete'',
seguramente
lo
ofenderás.
Yo
cuento
con
80
años
de
edad
pero
no
quiero
morirme
sino
que
quiero
vivir
el
mayor
tiempo
posible
y
trabajar
lo
más
que
pueda.
Alguna
gente
preguntará:
"Entonces,
¿por
qué
hay
tantos
suicidios?''.
Una
persona
se
suicida
no
sólo
porque
quiere
morir.
Si
lo
hace
por
ese
motivo
sin
duda
está
desquiciado.
Quien
no
está
desquiciado
pero
se
quita
la
vida
es
alguien
que
no
puede
vivir
como
quisiera
vivir.
Un
suicidio
así
es
una
expresión
de
resistencia
y
es
otra
forma
del
instinto
del
que
hablo.
Por
ejemplo,
cuando
uno
se
enferma
y
sufre
mucho
dolor
puede
pensar
que
es
mejor
morir
y
tal
vez
dirá:
"Déjenme
morir.''.
Si
pudiera
liberarse
de
su
dolor,
sintiendo
nuevamente
alegría
y
paz,
con
certeza
diría:
"Qué
bueno
que
no
me
morí,
ahora
quiero
vivir
todo
el
tiempo
que
pueda.''
Aun
así,
puede
haber
quien
pregunte
por
qué
hay
tantos
suicidios
en
los
países
escandinavos,
particularmente
en
Noruega
y
Suecia,
donde
la
seguridad
social
está
muy
establecida
y
los
ancianos
pasan
sus
días
cómodamente
jubilados
en
asilos.
De
nuevo
nos
encontramos
con
el
mismo
instinto
en
otra
forma.
Estas
personas
sienten
que
no
vale
la
pena
seguir
viviendo
porque
no
encuentran
significado
en
la
vida,
por
lo
que
el
suicidio
es
una
rebelión
contra
una
existencia
insípida
y
tediosa.
El
instinto
humano
de
conservar
la
vida
infunde
en
el
hombre
no
sólo
el
deseo
de
prolongar
su
vida,
sino
también
el
deseo
de
enriquecerla
lo
más
posible.
Por
eso,
éste
a
veces
busca
la
fama,
la
fortuna,
el
poder,
la
destreza
intelectual,
o
bien,
su
deseo
de
expansión
puede
expresarse
como
la
búsqueda
de
la
alegría,
la
apreciación
del
arte,
la
invención
de
cosas
nuevas,
la
adherencia
a
la
moralidad,
la
creencia
en
la
religión
o
hasta
la
práctica
real
de
la
religión.
Nuestro
impulso
es
buscar
la
vida
interminable
y
la
expansión
sin
fin.
El
budismo
enseña
la
forma
de
satisfacer
este
impulso.
El
budismo
puede
parecer
semejante
al
estoicismo
por
tener
también
preceptos
estrictos.
El
más
importante
es
no
matar.
Este
precepto
sobre
no
matar
aparece
en
la
tradición
mahayana,
por
ejemplo,
en
los
diez
Siksapada
para
monjes
y
en
los
cinco
preceptos
para
legos.
Si
no
me
equivoco,
uno
de
los
Diez
Mandamientos
de
Moisés
es:
"No
matarás''.
Si
Moisés
quería
decir
que
uno
no
debe
matar
ni
a
un
hereje,
ni
a
un
enemigo,
ni
a
un
insecto,
eso
es
exactamente
lo
mismo
que
el
precepto
budista.
Uno
no
debe
matar
ninguna
cosa
viviente.
Si
todos
los
seres
humanos
siguieran
este
precepto,
no
habría
guerras.
El
budismo
enseña
a
buscar
la
paz.
Durante
toda
la
historia
del
budismo,
los
budistas
no
han
propiciado
guerras
religiosas.
Si
un
budista
enfrenta
la
situación
de
"matar
o
ser
matado'',
será
matado.
Gandhi,
si
bien
no
fue
budista,
se
vió
muy
influido
por
la
tradición
india
de
no
matar
y
facilitó
la
independencia
de
su
país
por
medio
de
la
resistencia
no-violenta.
Los
sacerdotes
budistas
en
Vietnam
del
Sur
se
prendían
fuego
a
fin
de
proteger
el
budismo.
Ambos
son
buenos
ejemplos
del
precepto
de
no
matar.
Desde
luego
suicidarse
es
contrario
al
precepto
budista.
Los
sacerdotes
budistas
se
prendieron
fuego
ya
que,
dadas
las
circunstancias,
ése
era
el
único
medio
a
su
alcance
para
poder
protestar
contra
la
opresión
del
pueblo
y
salvar
muchas
vidas.
Sabían
que
era
un
acto
pecaminoso,
pero
daban
sus
vidas
por
el
bien
de
los
demás.
Desde
el
punto
de
vista
budista
todo
tiene
vida,
es
decir,
todo
lo
que
existe
no
es
otra
cosa
mas
que
la
vida
y
llamamos
a
esa
vida
naturaleza
búdica.
Por
eso
se
dice
que
todas
las
existencias
son
naturaleza
búdica
misma.
En
fin,
mencionaré
tres
aspectos
de
la
naturaleza
búdica.
En
japonés
son
llamados:
shoin
bussho,
ryoin
bussho
y
enin
bussho.
Shoin
bussho
es
la
naturaleza
búdica
misma,
la
realidad
esencial
de
la
que
he
hablado
hasta
ahora
y
significa
literalmente
causa
fundamental.
Afortunadamente
contamos
con
la
capacidad
de
vivenciar
este
shoin
bussho
y
esta
capacidad
se
llama
ryoin
bussho.
Ryo
quiere
decir
darnos
cuenta.
Aunque
tenemos
tanto
shoin
bussho
como
ryoin
bussho,
para
poder
llevar
a
cabo
tal
potencial
es
necesario
que
se
dé
alguna
causa,
alguna
condición,
pues
nada
sucede
accidentalmente.
Por
ejemplo,
llegar
a
conocer
al
maestro
adecuado
y
recibir
la
orientación
más
apropiada
es
una
causa
buena.
Esta
se
llama
enin
bussho
y
por
fortuna
también
la
tenemos.
Enin
significa
causa
cooperante
y
al
decir
enin
generalmente
pensamos
en
algo
exterior
a
nosotros,
pero
después
de
todo,
el
yo
y
los
otros
no
son
dos
entidades
separadas.
Si
algo
existe
fuera
de
nosotros
con
toda
seguridad
existe
también
dentro
de
nosotros.
Estos
tres
aspectos
de
la
naturaleza
búdica
son
tesoros
pertenecientes
a
los
seres
humanos
que
hacen
posible
la
vía
del
despertar.
Si
ya
sabemos
con
certeza
que
es
difícil
nacer
como
ser
humano,
no
hay
que
perder
la
actual
oportunidad
que
tenemos
para
cultivar
la
aspiración
y
determinación
correctas
de
despertar
a
esta
maravillosa
naturaleza
búdica.
Esto
es
lo
importante.
OSHO