miércoles, 6 de octubre de 2010

LA FUERZA ES EL DERECHO DE LAS BESTIAS

                                                                  PRÓLOGO


Hace dos años, en un libro de combate, La fuerza es el derecho de

las bestias, predije lo que ocurriría en la Argentina. Esas predicciones,

desgraciadamente para el país, se han cumplido. Una dictadura de incapaces,

manejada por políticos venales y sometida a mandatos extraños, ha hecho

posible el desastre. El crimen y la persecución han dividido irreconciliablemente

a nuestra comunidad, que comienza a debatirse en la anarquía y el caos.

En este libro anhelo mostrar la verdadera naturaleza del pleito que

se está decidiendo en nuestro país. Por consideración a los lectores, por

la amplitud y la complejidad del problema, se ha debido realizar, más que

nada, una tarea de síntesis. Para documentar “el desastre económico” he

utilizado las propias publicaciones de nuestros enemigos y los juicios de

personas imparciales en forma de asegurar una insospechable ecuanimidad

que mi condición de beligerante haría dudosa. El capítulo de “Vendepatrias

y cipayos” comprende el aspecto más complejo del drama argentino en sus

relaciones con lo internacional.

El adelanto técnico ha hecho desaparecer las distancias y, con las luchas

enconadas que caracterizan estos tiempos, el mundo se está convirtiendo

en un campo de batalla común donde se dirimen, todos los días, nuevas

acciones de la Guerra Fría.

La controversia del Capitalismo con el Comunismo se extiende por

momentos, abarcando los más insospechados aspectos y dando a la lucha

mundial un carácter de integralidad impresionante. Los intereses coloniales,

de viejas y profundas raíces en la Argentina, liberada por el Justicialismo y

recolonizada por la reacción, hacen concurrir influencias foráneas al pleito

aparentemente interno de la Nación Argentina.

La hipocresía, utilizada sin medida tanto en lo interno como en lo

internacional, dispersa sobre los hechos la neblina de la simulación que,

cubriéndolo todo, a menudo impide distinguir el panorama. Yo intento aquí

conducir al lector por el laberinto de los convencionalismos y mostrarle lo

poco que conozco de la verdad. Por eso, este libro está dirigido a la juventud

que no conoce esa verdad y a los viejos que la conocemos demasiado.

El hombre es el único animal que ha conseguido engañarse a sí mismo,

pero también es el único que sabe elegir por sí el camino de la razón. No creo

en la eficacia de seguir cultivando la cizaña de la mentira, prefiero el fruto

de la verdad que, aunque cueste, vale mucho más. En este libro no ataco,

critico. Quien no sea amante de la verdad es mejor que no lo lea.



INTRODUCCIÓN

A los dos años de actuación de la dictadura militar que usurpó el

poder, el balance de la situación argentina arroja un saldo dramático de

crimen, miseria y dolor. Han desaparecido todas las garantías y se ha caído

en tal estado de descomposición institucional, que todo hace pensar que el

país marcha aceleradamente a la guerra civil. El orden económico ha sido

destruido por la especulación y el asalto de las bandas gobernantes y la ruina

comienza ya a presentarse con caracteres alarmantes. El fracaso político, la

anarquía social y la resistencia popular acentúan aún más las tintas de este

cuadro lleno de amenazas.

Desmintiendo las falsedades que la dictadura propala por intermedio

de las agencias que, como la United Press, sirven a sus intereses y pasiones,

damos una idea sintética de esa realidad, en la que no solo se ha destruido

los valores económicos del país, sino que se ha fusilado sin juicio, se ha

masacrado trabajadores y, mediante bandas de civiles armados, se ha

asesinado millares de ciudadanos, para someter al país y entregarlo, atado

de pies y manos, a la explotación foránea.

Deseamos también mostrar a nuestro heroico pueblo en la defensa de

su causa, mediante la resistencia que opone a la opresión y a la ignominia.

La causa del pueblo argentino es la causa de todos los pueblos que luchan

por su liberación en todas las latitudes de la tierra, cristalizada en la Doctrina

Justicialista, cuyas banderas de justicia social, independencia económica y

soberanía nacional, superando los más cruentos sacrificios, se mantienen

triunfantes en el pueblo que enfrenta a las fuerzas pretorianas de la

usurpación y la entrega, que, como en todas partes, fusilan y masacran al

pueblo sin piedad y sin razón.

La causa del pueblo argentino es la misma causa por la que combaten

los heroicos pueblos árabes del Medio Oriente o de Chipre y por la que

combatirán un día no muy lejano todas las colonias que aún gimen bajo

la férula de los déspotas que se disfrazan con el manto de una democracia

falaz y explotadora. Esa lucha solo ha comenzado y estamos persuadidos de

que se ha de decidir a favor del pueblo, como lo será en todas partes donde

en la actualidad se combate por la liberación de los oprimidos, contra la

colonización anacrónica de un imperialismo en liquidación.

Hace dos años, al salir del país, predijimos cuanto está ocurriendo.

El desastre de la economía privada, la caída de la economía popular y el

desbarajuste de la economía estatal representan la obra deliberadamente

provocada por la dictadura que, obedeciendo al mandato foráneo, ha

tratado de desorganizar el país para ponerlo inerme en las manos de los

consorcios británicos que financiaron, dirigieron y condujeron toda la acción

revolucionaria en la Argentina. La consecuencia ha sido el desequilibrio social

y político que está llevando a la Nación al caos y a la anarquía, producto de

pretender suprimir la justicia social, destruir la independencia económica,

someter a la mayoría por decreto para imponer a una minoría impopular

facciosa que, en representación de sus amos, se preste a la recolonización

de su propia Patria.

Desgraciadamente para la dictadura, la historia solo marcha hacia

adelante. Su intento de retrotraer al país al año 1943, como era de imaginar,

les ha resultado fatal. La consecuencia de semejante desatino ha sido una

crisis de desequilibrio que no tiene precedente ni remedio, porque cuando se

llega a este punto, la fuerza y la violencia resultan inoperantes e impotentes

para resolver nada, desde que los problemas no se pueden ya resolver con

cárceles, masacres y fusilamientos.

Por el carácter colonialista del levantamiento naval, el problema de

la República Argentina ha dejado de ser un simple pleito político, para

transformarse en un movimiento de liberación nacional contra las fuerzas

de ocupación de un colonialismo que hace más de un siglo puja por sentar

sus reales en el Río de la Plata. Esta es la circunstancia que explica la

actitud contumaz de los dos sinvergüenzas que encabezan el elenco de la

usurpación, que, a pesar de su fracaso político, del desastre económico que

han provocado, de la anarquía social en que han sumido al país y del repudio

unánime del pueblo, permanecen imperturbables y ajenos a todo en sus

cargos de virreyes. Pero es también esta circunstancia la que justifica la

férrea decisión popular de luchar por su independencia.

La Marina y la parte de las otras Fuerzas Armadas que se prestaron al

motín contra el Gobierno Constitucional comienzan a darse cuenta de que han

sido las causantes del desastre de la Nación y de que serán las responsables

Los vendepatria

de los largos años de miseria y dolor en que se sumirá al pueblo. Los que

en nombre de la “libertad” y la democracia han perseguido sin piedad a

la ciudadanía, comienzan también a percatarse de que han sido un ciego

instrumento de las más bajas pasiones y de los más sórdidos intereses de

los grupos dominantes; de que han fusilado patriotas y masacrado hermanos

solo para servir a esos bastardos intereses y pasiones.

Aramburu y Rojas, insensibles, ignorantes e incapaces, son los culpables

de todos los males que han desencadenado y los autores directos de tanto

crimen, miseria y dolores inútiles. Sus sucesivos fracasos comienzan a

imponerles una retirada, y así la dictadura militar que azota al país busca

desesperadamente un escape político a través del fraude, como un intento de

evitar la amenaza de la reacción del pueblo integralmente insurreccionado.

Por eso tratan de cubrir su retirada mediante un “continuismo” que ensaye

legalizar su inexplicable revolución, en la que no se ha dejado error,

arbitrariedad ni crimen por cometer contra la Patria, el pueblo y la ciudadanía.

Las elecciones de constituyentes han evidenciado de manera indudable

el fraude, y la concurrencia frondizista no ha hecho sino dar apariencias

de legalidad a ese fraude y demostrar el perjuicio de concurrir a futuras

elecciones de ese tipo.

Habíamos repudiado estas elecciones por la ilegitimidad de la derogación

de la Constitución Justicialista, por la ilegalidad de la convocatoria, por la

exclusión de varios millones de ciudadanos del Padrón Electoral, por las

arbitrariedades, inhabilitaciones y prisiones de dirigentes y por las trabas de

todo orden creadas a las fuerzas mayoritarias. Consumado este inaudito acto

electoral, se suman la evidencia del fraude en todas sus formas mediante las

más burdas maniobras realizadas antes, durante y después de los comicios

mismos: se violan todas las normas preelectorales, se perturban los comicios,

se escamotean las cifras alterando en todas formas los resultados, se ocultan

los guarismos de los votos en blanco y se omite toda referencia a los votos

anulados, observados e impugnados, y lo más escandaloso resalta en las

propias informaciones de la dictadura, en las que aparecen sobrando casi un

millón de votos sobre los 9.728.839 de inscriptos en el Registro Electoral de

la República.

Frente a este cuadro ignominioso de falsedad y mala fe, ¿qué puede

esperar la ciudadanía de las anunciadas elecciones de febrero? Si las fuerzas

peronistas formaran partido o se agregaran a las que simulan la oposición,

solo habrían sumado el escarnio al error, porque la dictadura, mediante la

trampa electoral, aparecería como victoriosa e, inconscientemente, nosotros

habríamos concurrido a la legalización de ese fraude. Concurrir a cualquier

elección convocada por la dictadura es complicarse en un acto ilegítimo

en perjuicio del pueblo, dando apariencias de legalidad a una elección

fraudulenta.

La dictadura pretende arreglarlo todo con simulaciones y falsedades,

sin percatarse de que la realidad económica, social y política solo puede ser

la verdad. Todas sus mentiras, ampliamente propaladas por sus agencias,

solo le servirán para degradarse más cada día, porque “la mentira tiene las

piernas cortas” y cuando la realidad llega, la simulación se desvanece y solo

queda el deshonor de la infamia y el recuerdo del engaño.

En este libro queremos presentar precisamente el contraste de esas

falsedades a la luz de la realidad, que es la verdad comprobada por los

números y los hechos, que no pueden ser negados ni cambiados por la

sofística dictatorial. Es allí donde haremos resaltar las falsedades anteriores,

que nos posibiliten deducir y desmentir las falsedades presentes.

Juan Domingo Peron.-

domingo, 3 de octubre de 2010

LA MALDICION DE MALINCHE




Malinche

Su nombre fue Marina, mejor conocida como Malinche. Una de las veinte mujeres que le dieran a Cortés a cambio de paz y tranquilidad. Malinche, esa mujer sobre quien la historia ha callado mucho y sobre quien se ha hablado mucho, aunque escrito poco. Esa mujer que se convirtiera en la amante de Cortés y fiel interprete y auxiliar de los españoles.
Maldición de Malinche
(G. Palomares)
Amparo Ochoa

"El cancionero popular"
Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumados
Eran los hombres barbados de la profecía esperada
Se oyó la voz del monarca de que el dios había llegado.
Y les abrimos la puerta por temor a lo ignorado.
Iban montados en bestias como demonios del mal
Iban con fuego en las manos y cubiertos de metal.
Sólo el valor de unos cuantos les opuso resistencia
Y al mirar correr la sangre se llenaron de verguenza.

Porque los dioses ni comen ni gozan con lo robado
Y cuando nos dimos cuenta ya todo estaba acabado.
Y en ese error entregamos la grandeza del pasado
Y en ese error nos quedamos trescientos años esclavos.

Se nos quedó el maleficio de brindar al extranjero
Nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero.
Y les seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio
Y damos nuestras riquezas por sus espejos con brillo.

Hoy, en pleno siglo veinte nos siguen llegando rubios
Y les abrimos la casa y les llamamos amigos.
Pero si llega cansado un indio de andar la sierra
Lo humillamos y lo vemos como extraño por su tierra.

Tu, hipócrita que te muestras humilde ante el extranjero
Pero te vuelves soberbio con tus hermanos del pueblo.
Oh, maldición de Malinche, enfermedad del presente
Cuándo dejarás mi tierra.. cuándo harás libre a mi gente.



Cuando Cortés llegó en 1519 a las costas de Tabasco tras la victoria, lograda gracias al espanto que produjeron los caballos, vino la paz, que los indios hicieron, según su costumbre, entregando a las mujeres a los antiguos enemigos. Entre ellas estaba una joven mexica. Bella mujer, Malintzin, Marina o Malinche, se bautizó como Marina, la joven amante de Cortés quien a veces no tenía reposo a fin de complacerla. Las relaciones entre Malinche y Cortés fueron muy estrechas, convirtiéndose la muchacha en intérprete y consejera del conquistador. Una vez acabada la conquista Cortés decidió casarla con uno de sus capitanes, no sin antes reconocer al hijo nacido de su relación, Martín Cortés.

En la historia de México Malinche se convertirá en un símbolo del indio seducido y abandonado, dando lugar al término malinchismo, con el que se señala la entrega a lo que viene de fuera y la incapacidad para valorar lo propio.
Esa imagen ha sido usada para someter a la mujer como símbolo de la traición, pero también del poder de la mujer.
Esta visión -y exposición- del rol de Maliche o Marina en la historia mesoamericana es injusta y está siendo revisada y ponderada su intervención para evitar la masacre de los pueblos mesoamericanos.

"La Malinche", Harlot or Heroine?
by Shep Lenchek



"La Malinche." Slave, interpreter, secretary, mistress, mother of the first "Mexican." her very name still stirs up controversy.
Many Mexicans continue to revile the woman called Doña Marina by the Spaniards and La Malinche by the Aztecs, labeling her a traitor and harlot for her role as the alter-ego of Cortes as he conquered Mexico.
They ignore that she saved thousands of Indian lives by enabling Cortes to negotiate rather than slaughter. Her ability to communicate also enabled the Spaniards to introduce Christianity and attempt to end human sacrifice and cannibalism. Herself a convert, baptized Marina, she was an eloquent advocate for her new faith. As for the charges against her, they are in my opinion baseless. So let us visit this remarkable woman and examine the facts.

All historians agree that she was the daughter of a noble Aztec family. Upon the death of her father, a chief, her mother remarried and gave birth to a son. Deciding that he rather than Marina, should rule, she turned her young daughter over to some passing traders and thereafter pro- claimed her dead. Eventually, the girl wound up as a slave of the Cacique (the military chief) of Tabasco. By the time Cortes arrived, she had learned the Mayan dialects used in the Yucatan while still understanding Nahuatl, the language of the Aztecs and most Non-Mayan Indians.
"La Malinche" did not choose to join Cortes. She was offered to him as a slave by the Cacique of Tabasco, along with 19 other young women. She had no voice in the matter
Up till then, Cortes had relied on a Spanish priest, Jeronimo de Aguilar, as his interpreter. Shipwrecked off Cozumel, Aguilar spoke the Mayan language as well as Spanish. But when the expedition left the Mayan-speaking area, Cortes discovered that he could not communicate with the Indians. That night he was advised that one of the women given to him in Tabasco spoke "Mexican."
Doña Marina now enters Mexican history. It was she who served as the interpreter at the first meetings between Cortes and the representatives of Moctezuma. At that time Marina spoke no Spanish. She translated what the Aztecs said into the Mayan dialect understood by de Aguilar and he relayed it to Cortes in Spanish. The process was then reversed, Spanish to Mayan and Mayan to Nahuatl.
Bernal Diaz, author of "The Conquest of New Spain" authenticated her pedigree. An eyewitness to the events, he did not describe her physically, but related that after the Conquest he attended a reunion of Doña Marina, her mother and the half- brother who had usurped her rightful place. Diaz marveled at her kindness in forgiving them for the injustice she had suffered. The author referred to her only as Marina or Doña Marina. So whence came the name "La Malinche?" Diaz said that because Marina was always with Cortes, he was called "Malinche"--which the author translated to mean "Marina's Captain." Prescott, in the "Conquest of Mexico," (perhaps the best known book on the subject) confirms that Cortes was always addressed as "Malinche" which he translated as Captain and defined "La Malinche" as "the captain's woman."

Both definitions confirm that the Indians saw Cortes and his spokesperson as a single unit. They recognized that what they heard were the words of "Malinche," not "La Malinche. " So much for the charge that she was a traitor, instigating the destruction of the Aztec Empire.
As for the charge of "harlotry," it is equally flawed. She was totally loyal to Cortes, a one-man woman, who loved her master. Cortes reciprocated her feelings. Time after time he was offered other women but always refused them. Bernal Diaz frequently commented on the nobility of her character and her concern for her fellow "Mexicans."
It is very possible that without her, Cortes would have failed. He himself, in a letter preserved in the Spanish archives, said that "After God we owe this conquest of New Spain to Doña Marina. "
Doña Marina's progress from interpreter to secretary to mistress, as well as her quick mastery of Spanish, are remarkable--and all this amidst the turmoil of constant warfare, times when a woman less courageous and committed might well have fled.
The ability of Marina to help Cortes to communicate with the Indians shaped the entire campaign. From the very first meeting between Cortes and the emissaries of Moctezuma, an effort was made to establish friendly relations with the Aztec Emperor.
Later, during Cortes's encounter with the Caciques of Cempola, that same talent opened the door to the Conquest. Here, Cortes met the "Fat Cacique" and by arresting five tax collectors sent by the Aztecs, made his first Indian allies: Cempoalans were the first of the Indian warriors to join him.
Yet even then, he tried to persuade Moctezuma to invite him to Tenochtitlan, freeing the captives to carry a message to the Emperor that he had come in peace.
Without Marina, attempts to negotiate with the Aztecs would have been impossible.
These efforts did much to keep Moctezuma undecided about how to deal with the invaders. This hesitancy played a large part in the outcome of the Conquest. Perhaps the most important negotiations Marina made possible were those with the Tlascalans. After an initial armed clash, an alliance was forged that brought thousands of warriors to fight alongside the Spaniards.
As Cortes moved toward the Aztec capital, a pattern evolved.
First conflict, then meetings in which Doña Marina played a key role in avoiding more bloodshed. Hence, the picture of Marina that emerges is that of an intelligent, religious, loyal woman.
Her contribution to the success of the Conquest is immense, but she cannot be held responsible for it happening. To a very large degree, the Conquest came because of the brutality of the Aztecs: a rebellion by their oppressed neighbors, who would have rallied to anyone who promised them relief from the Aztecs' constant demands for tribute and sacrificial victims.
But from another standpoint, the fate of the Aztec Empire was sealed in the very first meetings of the emissaries of Moctezuma with Cortes, when they gave him gifts of gold and silver that Sernal Diaz valued at over 20,000 pesos de oro. Prescott, writing in 1947, valued each peso de oro at $11.67 U.S. Dollars. The Spanish appetite for gold was whetted, making the Conquest inevitable. But had Cortes failed, the next expedition, perhaps without an interpreter, would certainly have shed more Mexican blood.
Then too, had Cortes met with no success, the Smallpox epidemic that raged in the Aztec Capital might well have spread throughout the entire empire. By destroying the city, he perhaps saved the country. Bernal Diaz wrote: "When we entered the city every house was full of corpses. The dry land and stockades were piled high with the dead. We also found Mexicans lying in their own excrement, too sick to move."
After the Conquest, Cortes, with a wife in Spain, arranged to have Marina married to a Castilian knight, Don Juan Xamarillo.
Soon thereafter she disappeared from history.
But she had borne Cortes a son, Don Mahin Cortes. While many other Indian women were impregnated by Spaniards, we have no record of their fate. Hence, if modern-day Mexicans are a blend of Spanish and Indian blood, Doña Marina's son was the first "Mexican" whose career we can follow. He rose to high government position and was a "Comendador" of the Order of St. Jago. In 1548, accused of conspiring against the Viceroy, he was tortured and executed.
In more recent times, the term "Malinchista" has been used by some to describe those who dislike Mexicans. But Doña Marina deserves better. A fearless, loyal and determined woman, she was a heroine who helped save Mexico from its brutal, blood-thirsty rulers--and in doing so she played a major role in fashioning what is today one of the most dynamic societies in all of Latin America.
Fuente: El ojo del lago. December 1997 Guadalajara-Lakeside Volume 14, Number 4
Sitios web sobre Malinche

http://www.geocities.com/fedeortiz/personajes/cortes.html
http://www.unam.mx/serv_hem/museos/san_ildefonso/cortes.html