lunes, 9 de junio de 2014

El Espíritu del Zen

Hasta hace poco tiempo el Budismo Zen era casi totalmente desconocido en Occidente, con excepción de unos pocos orientalistas cuyo interés por el tema era principalmente académico.
El Zen es tan definidamente distinto de cualquier otra forma de Budismo, y hasta podría decirse de cualquier otra forma de religión, que ha provocado la curiosidad de muchos que normalmente no hubieran pensado en mirar hacia Oriente en busca de sabiduría práctica.
Una vez que se provoca curiosidad, no es fácil aplacarla, pues el Zen ejerce una particular fascinación sobre las cansadas mentes de la religión y la filosofía convencionales. Desde un comienzo el Zen se aparta de toda forma de teorización, instrucción doctrinaria y formalidades desprovistas de vida; éstas son tratadas como simples símbolos de la sabiduría, y el Zen está fundado en la práctica y en una experiencia íntima, personal, de la realidad que la mayoría de las formas de la religión y la filosofía no encaran más que como una descripción emocional e intelectual. No se quiere decir con eso que el Zen es el único camino verdadero que lleva a la iluminación; se ha dicho que la diferencia entre el Zen y otras formas de religión reside en que "todos los otros caminos trepan lentamente por las laderas de la montaña, pero el Zen, al igual que un camino romano, arroja a los lados todos los obstáculos y se mueve en línea recta hacia la meta". Después de todo, los credos, los dogmas y los sistemas filosóficos son solamente ideas acerca de la verdad, del mismo modo que las palabras no son hechos sino que hablan acerca de los hechos; mientras que el Zen es una vigorosa tentativa de ponerse en contacto directo con la verdad misma, sin permitir que teorías y símbolos se yergan entre el conocedor y la cosa conocida. En cierto sentido el Zen es sentir la vida en lugar de sentir algo acerca de la vida; no muestra ninguna paciencia hacia la sabiduría de segunda mano, hacia la descripción que haga cualquier persona sobre una experiencia espiritual, o las meras concepciones y creencias. Si bien la sabiduría de segunda mano es valiosa como cartel que señala el camino, con demasiada facilidad se la confunde con el camino mismo, y hasta con la meta final. Son tan sutiles las formas en que las descripciones de la verdad pueden presentarse como la verdad misma, que el Zen es con frecuencia una forma de iconoclastía, una destrucción de las simples imágenes intelectuales de la realidad viviente, cognoscible solamente a través de la experiencia personal.
Pero es en sus métodos de instrucción donde el Zen es único. No hay en él enseñanza doctrinaria, ningún estudio de escrituras, nada de programas formales de desarrollo espiritual. Aparte de unas pocas recopilaciones de sermones de los primeros maestros Zen, que son las únicas tentativas de una exposición racional de sus enseñanzas, la casi totalidad de nuestros antecedentes de la instrucción Zen son un número de diálogos (mondo) entre los maestros y sus discípulos que parecen dedicar muy poca atención a las normas usuales de la lógica y el razonamiento sano, a punto tal que aparecen a primera vista como carentes de sentido. [...]
Pero el Zen no trata de ser inteligible, es decir, de poder ser comprendido por el intelecto. El método del Zen es desconcertar, excitar, intrigar y agotar al intelecto hasta que se perciba que la intelección es solamente acerca de; habrá de provocar, irritar y volver a agotar a las emociones hasta que se vea claramente que la emoción es solamente sentir acerca de , y luego discurrir, cuando el discípulo haya sido sometido a una impasse intelectual y emocional, sobre cómo salvar la brecha que existe entre el contacto conceptual de segunda mano con la realidad y la experiencia de primera mano. Para lograr esto pondrá en juego una facultad más elevada de la mente, conocida como intuición o Buddhi, denominada en ocasiones "Ojo del Espíritu". Resumiendo: el Zen aspira a concentrar la atención sobre la realidad misma, en lugar de hacerlo sobre nuestras reacciones intelectuales y emocionales ante la realidad; siendo la realidad ese algo siempre cambiante, siempre creciente, que conocemos como "vida", que jamás se detiene ni por un instante para que nosotros la hagamos encajar satisfactoriamente dentro de un rígido sistema de casilleros e ideas.
Es así como cualquiera que haga la tentativa de escribir sobre Zen, tiene que enfrentarse con dificultades insólitas: no puede jamás explicar, sólo puede indicar; tan sólo puede ir planteando problemas y proporcionando indicios que, cuando mucho, apenas alcanzaran a acercar al lector a la verdad, pero en el mismo instante en que trata de llegar a una definición exacta, la cosa se le desliza de las manos, y la definición termina siendo nada más que una concepción filosófica.
  
Until recently Zen Buddhism was almost completely unknown in the West, with the exception of a few orientalists whose interest in the subject was primarily academic.
The Zen is so distinctly different from any other form of Buddhism, and even could be said of any form of religion, which has caused the curiosity of many who would not normally thought of looking to the East in search of practical wisdom.
Once curiosity is raised, it is not easy to placate, as the Zen exerts a particular fascination for the tired minds of conventional religion and philosophy. From the beginning the Zen departs from all forms of theorizing, doctrinal instruction and formalities devoid of life; they are treated as mere symbols of wisdom, and Zen is grounded in practice and in an intimate, personal experience of the reality that most forms of religion and philosophy do not address more than an emotional description and intellectual. Do not you mean that Zen is the only true path leading to enlightenment; It has been said that the difference between Zen and other forms of religion is that "all other paths climb slowly up the slopes of the mountain, but the Zen, like a Roman road, throws sides all obstacles and moves in a straight line towards the goal. " After all, the creeds, dogmas and philosophical systems are only ideas about truth, just as words are not facts but talk about the facts; while the Zen is a vigorous attempt to make direct contact with truth itself, without allowing Yergin theories and symbols between the knower and the thing known. In a sense Zen is feeling life instead of feeling something about life; shows no patience with the wisdom of resale, to the description by any person on a spiritual experience, or mere conceptions and beliefs. While the wisdom of resale is valuable as sign points the way, is too easily confused with the road itself, and even the ultimate goal. They are so subtle ways in which descriptions of truth may be presented as truth itself, that Zen is often a form of iconoclasm, the destruction of simple intellectual images of the living reality, knowable only through personal experience .
But it is in their methods of instruction where Zen is unique. No doctrinal teaching on it, no scriptural study, no formal programs of spiritual development. Apart from a few collections of sermons of the early Zen masters, which are the only attempts at a rational exposition of his teachings, almost all of our history of Zen instruction are a number of dialogues (mondo) between teachers and their disciples that seem to devote little attention to the customary rules of logic and sound reasoning, so much so that at first glance appear as meaningless. [...]
But Zen is not to be intelligible, ie, they can be understood by the intellect. The method of Zen is to baffle, excite, intrigue and exhaust the intellect until it perceives that intellection is only about; will provoke, irritate and again exhaust the emotions until they clearly see that emotion is only feeling about, and then devise, when the pupil has been subjected to an intellectual and emotional impasse on how to bridge the gap between second hand conceptual contact with reality and experience firsthand. To achieve this will play a higher faculty of the mind, known as Buddhi or intuition, sometimes called "Eye of the Spirit." To summarize: the Zen aims to focus attention on the reality itself, rather than on our intellectual and emotional reactions to reality; being that something always changing, always growing, we know as "life" that never stops for a moment for us to do satisfactorily fit within a rigid system of lockers and ideas reality.
Thus anyone who makes an attempt to write about Zen, has to face unusual difficulties: you can never explain, it can only indicate; only you can go to pose problems and provide evidence that, at best, barely reached to bring the reader closer to the truth, but in the same instant that tries to reach a precise definition, things will slip out of hand, and definition ends up being nothing more than a philosophical concept.